jueves, 26 de junio de 2008

Malas gestaciones, peores emisiones



Que el opio del pueblo en forma de esférico acumule masas y masas de humanos ávidos de una red colada, dice poco de este país. Más cuando hay productos, bien llamados así, que merecen un reconocimiento real de la audiencia y pasan con penas y escasa gloria -cuando no es ninguna- por nuestras parrillas. Nada que ver con las de quemas veraniegas, tintos de veranos y kilocalorías en alegría, por mucho que unas y otras echen humo. O algo más que eso.

El motivo de esta misiva, lejana en el tiempo de la última, y sin más consecuencias en la vida de Anita O que soportar cómo su ex chulazo o maromo de cabecera -el mismo que te pone mirando a Cuenca- tendrá un personaje fijo en el engendro continuista de la fea reconvertida, que pierde la A del nombre para ser una ladie BE rubiatón y con ansia de luces. Y no de esas que se encarecen con la crisis en porcentajes proporcionales a la silicona de la estirpe chochifamosi. No. Penas de verdades. Que alteradas o no configuran el hiperrealismo patrio.

Pero retomando el sentido de este texto carente del mismo, en estos tiempos de ausencia catódica vía blog, que no en persona, porque bastantes horas de tele corren por mis venas, mujer... Me he dado cuenta de lo ingratos que somos los televidentes patrios. Los nuevos canales de ámbito creciente, esto es Cuatroº y La Sexta, se empeñan en regalarnos series fetenes como Dexter, Betty, Californication, Me llamo Earl... y no correspondemos en la medida de sus posibilidades. Aunque me temo que en las más generalistas, léase Telecinco, La 1 y Antena 3, tampoco el invento de su emisión salvarías las naves. He ahí el caso fatídico de Mujeres Desesperadas, que sigue como una ficción residual en La 2. Un contexto impropio. Al igual que para Perdidos. ¿O no?

Creo que el Norte de las cajas tontas o no lo perdimos hace tiempo. Más ahora cuando se tolera que a una señora muy ella misma le regalen 100.000 euros del ala por confesar que ha deseado la muerte de su suegra, en ese engendro de verdades a medias o mentiras y gordas que presienta 'Ladie Higuiene Dental Externalizada'. Algo debe cambiar. El mando, la programación, nuestras mentalidades... Qué se yo, pero no se puede perder la oportunidad de degustar lo bueno en favor de lo detestable, estercolérico y bazofial. He dicho.

domingo, 1 de junio de 2008

Anita Ooooooo



Qué tremenda que es la intrahistoria de la televisión y el famoserío. Es como un cuadro eléctrico siempre interconectado y con peligro de ruptura de cables y ficciones. Esta semana, sin duda, todos hemos asistido entre lo hilarante y lo patético al episodio de 'Ana Obregón y los matones de Miami'. No tiene guasa, que no, pero es triste que a estas alturas de partido mediático historias de esta índole aún se produzcan. Quizá en el calentón del momento la mamá bióloga, temerosa de que el culo de su hijo fuera vox populi -el suyo lo es cada verano y no precisamente por su tersura- corrió al teléfono y en un mano a mano violento y homófobo quiso pedir mamporros previopago para Jaime Cantiazo -ese yerno ideal que con unos morados y una dentadura imperfecta perdería toda su esencia-.
Ahora la justicia tendrá que poner los puntos sobre las íes en este presunto delito, intrincado con otro mayor de asesinato cuasi judicial, donde tiene todo que decir el matón a sueldo, cubreculos Obregones. Pero claro, la víscera catódica, con el griterío incorporado y la desfachatez por bandera han visto en esta historia la oportunidad de escarnio perfecta. De ser cierta la llamada y la petición violentada de Anita O. al pídeme-que-yo-le-pongo-el-ojo-a-la-virulé es algo que debe dirimirse en los tribunales competentes. Aunque los latidos corazoneros no dejan escapar ni media. Aunque sí Cantizano, con su presunta homosexualidad aireada y desarmarizada, que no quiere declarar ni en su programa, perdiendo audiencias millonarias pero generando más morbo al hecho delictivo y su variante en el océano petardo.
Sea como sea, maten a quien maten, insulten a quien insulten... La realidad televisiva deja mucho o más que desear. Parece que el rizo está suficientemente rizado, pero la verdad absoluta es otra, que nunca es suficiente y que lo peor está por llegar.
¿Qué será lo próximo? ¿Anita y los ochenta matones?