Si todos los veranos son un drama
en lo que a programación se refiere, el de este 2017 se lleva la palma. Las cadenas
están muy perdidas, tirando de refritos o recurriendo a la ficción comprada en
lote. De ahí que haya sorprendido, para muy bien, el estreno de EL COMIDISTA
TV. Dudo mucho que sea el momento propicio para lanzar un proyecto así ni el
horario de emisión más acertado, pero los pocos que estábamos anoche frente al
televisor hemos podido celebrar su llegada catódica. Mikel López Iturriaga y su
equipo habían logrado legión de fans en su blog. Tanto que las miradas de
mandamases no tardaron en pensar en la fructífera traslación de su ingenio y
contenidos de gastropotencial. La historia mediática acumula fracasos
vertiginosos de fenómenos semejantes, porque no todos los formatos están hechos
para la tele o sus protagonistas resultan desencajados al integrarse en la
pantalla. No ha sido el caso, aquí el ‘chef’ comunicador y sus secuaces han
cocinado un producto muy digno, rico en sabores y saberes. Cualquier espectador
sin referencias previas caería atrapado en su menú, a base de un guión bien
engrasado, la imagen de perfecto emplatado y un ritmo de degustación perfecta. Y
es que estamos acostumbrados a programas de cocina prototípicos, con el guiso y
el chiste como recurso, pero es un universo tan amplio y evolucionado que
merecía su fuera de carta particular. El maestro de ceremonias es un Jordi
Évole reinventado, capaz de moverse en la comida, como si de una sit-com se
tratase, como en el guiño de entradilla a lo Gloria Serra, hecha carne viva en
el súper.
Muy interesante apostar por un
troceado top 10, vinculado al tema central, que supone una guía informativa y
viajera, presentada en vajilla(s) de plata. El tono coloquial, muy humorístico,
da una frescura sana, aunque hay momentos en que chirría. Encaja perfectamente
en la inclusión de los reporteros o expertos, presentados cual youtubers de
influencia aconsejable. Todos ellos, como el conjunto de protagonistas, generan
un buen rollo muy auténtico. Sabemos que en la tele se tiende a exagerar de
más. Incluso es de aplaudir que los entrevistadores no quieran comer minutos ni
chupar más cámara (o cabeza de gamba) que la gente de la calle, un valor poco
explorado. Todo el material y los recursos gráficos son de aplauso infinito,
como para visionar en bucle. Trabajo minucioso y muy colorido, que atrapa y se
diferencia del común de los espacios en parrilla, bastante planos y ramplones
en este sentido. Cierto que en La Sexta cuidan más este aspecto formal. Las
propias recetas cobran otra vida, con juegos como los zascas culinarios, que
sirven de aprendizaje a la sartén. Otra estrella (libre de michelín, de
momento) se merece la naturalidad de las transiciones entre temas,
perfectamente encajadas, con sentido del entretenimiento. Este país tiene
muchos creativos y muy buenos, otra cosa es que puedan/les dejen hacer
libremente. El programa se ha rodeado de un elenco perfecto para sacar un
platazo HD. Porque los contenidos de hoy no pueden entenderse como una tapa
ramplona, necesitan alicientes de autor. En el par de programas de debut lo
fueron la revisión de anuncios de glucosa infinita y mayor nostalgia o la
charla con Ibáñez, el maestro de la ilustración. Sin olvidar las concesiones al
petardeo, como el guiño a Raffaella Carrá, y la pandilla de locos bajitos, los
peores críticos. Estamos hartos de ver cómo se explota una visión ñoña de los
peques y no fue el caso, dejando que se expresaran y jugaran con la comida y su
particular canguro. El referéndum tortillero, con o sin cebolla, fue un
perfecto viral, para alargar el debate en casa y en los bares. Yo, con.
¡La cuenta! Pues la audiencia no
ha sido del todo mala ("Azúcar" | 735.000 espectadores y 5,3% "Tortilla"
| 849.000 espectadores y 6,8%), pero creo que es un programa que puede crecer cual huerto
ecológico. Las buenas críticas, a lo TripAdvisor, seguro que animan a más
comensales para las próximas semanas. Ojalá que en los despachos de la cosa
televisiva vayan pidiendo mesa y haciendo hueco a propuestas tan apetitosas.
# SÍ · La tele más
seria y solvente no tiene que ser la que más se tome en serio a sí misma. Aquí
el tono ácido y divertido impregna toda la emisión. Tanto que el final es un
gag con comentarios ficticios, debidamente señalizados, que arrancan una
sonrisa.
# NO · Históricamente
la época estival ha sido el principal campo de pruebas de los canales, pero
considero que se trata de un producto muy potente como para rellenar un
prime-time deslucido. Ojalá que pegue el estirón y sepan cuidarlo para que
alimente a un regimiento.