sábado, 14 de abril de 2018

x minúscula



Esperaba que FACTOR X fuera un show de canciones y no de emociones prefabricadas. Lamentable que en el estreno jugaran así con las historias personales. Se perdió la verdad y el resultado fue una telenovela con una banda sonora forzada. Se supone que así buscaban que el público empatizara con los concursantes, personificados en dramas varios y el resultado fue un programa de testimonios cutre. EL DIARIO DE PATRICIA en modo superproducción. Una pena que un formato gigante se haga pequeño por fórmulas innecesarias. El entretenimiento de verdad no necesita parches ni efectismos. Aunque si esta terapia televisada hace bien a sus protagonistas, ¡que tiemblen los divanes! Después de la verdad de OT necesitaban un giro extra. Con esos guiones cero improvisados, que restan credibilidad al jurado, incluso al propio Jesús Vázquez. Mediaset se recrea en sus estrategias morbosas. No importa lo que sientan sus cobayas ni el espectador. Con esos planos de familiares perdidos en llantos y ánimos de hipérbole. Recuerdo que cuando emitió Cuatro el talent era más limpio, con la música como motor sin desengrasar. Es cierto que las reglas del juego (y el éxito) se han retorcido, que hay que generar noticias virales y memes en bucle. Aunque no me gusta nada que sea así.

Acabé con un ataque lumínico. Con un exceso de focos y tonos brillantes. Nada que ver con las biografías que retrataron, desde autolesiones a cuernos entre cantarines. Los jueces no ocultan ser un producto bien estereotipado, engullidos por un Risto bravucón. Con innecesario recurso a su tensión histórica con el presentador. Otra percha de la que tirar y con la que rellenar minutos, en lugar de dejar que las voces lo dijeran todo. Es cierto que Laura Pausini tiene genialidades, pero aún lejos del estado de gracia/adorable de LA VOZ. Es importante que alguien recuerde tanto a cadenas como productoras que el prime time no se merece emular a un chicle masticado hasta perder fuerza y sabor. Aprendan de los colegas internacionales, que condensan sin remilgos. Y, de paso, que no es necesario ir siempre al rebufo de lo que funciona. Ahora mismo el fenómeno talentoso pasa por los triunfitos, con las cuerdas vocales más expuestas imposible. Hasta han creado su rato youtubera, ¡más caja! Los formatos tienen su momento y este rescate creo que llega tarde. El estreno parece que en términos de audiencia no ha sido mal, pero tampoco ha sido la panacea. El doblete del próximo miércoles, noche en la que se supone se asiente, dirá si llega a ser rentable. Que las audiencias no son lo que eran, pero la inversión es mucho para que se pierda en la parrilla sin apenas repercusión. En un vistazo las redes se rindieron al folletín homotelevisado y el donut esperpéntico que ni indie ni transgresor.

Siempre salvaré a Jesús Vázquez como elemento de solvencia. Vestido de sport, con jersey anclado, en traje fashion o descamisado. No importa. Las prendas son mero adorno en un profesional que transmite pasión y cercanía. El espejo en el que otros podían mirarse, sin necesidad de caer en trampas ni torticerías, disfrutando de repartir el juego. No necesita protagonismo, eso es trabajar con garantías. Quizá tengan que pasar las audiciones y descubrir vozarrones como la que abrió fuego a lo Whitney Houston con su guitarra. Cuando alguien es capaz de dar la vuelta a un clásico tan versionado e imprimir su sello, todo se para. Es la magia de la música, que se reescribe y conmueve sin límites. Sin necesidad de experimentos baratos. Lo que llega, llega (y mucho). Despejen la X como se merece.  

# SÍ · Viendo el despliegue aquí hay una gran apuesta. Visualmente, salvo la exageración luminosa, todo es perfecto. En la línea del original.

# NO · Demasiada presencia del personal técnico en los planos, que tienen una importancia vital, pero hacer con ellos el seguimiento del estado de ánimo de los aspirantes resulta excesivo. Más minutos, más salseo.