jueves, 8 de mayo de 2008

Lo, lo, lo



Cómo están las cosas catódicas. Estoy por tirarme de los pelos de las antenas y acabar electrizado ante el panorama de ridiculeces varias que pueblan nuestra parrilla con peligro de contaminación masiva. Las nuevas ediciones de Operación Tormento y CutreModeli son heavys en sí mismas, con protipos/as de hacer zapeo o apagado ad infininitum. Pero encima sigue dando guerra esta reyerta contra la intimidad que dice jugar con las vidas de unos ilusos que por dinero se someten al polígrafo y enseñan sus vergüenzas. Las preguntas de ayer, incidiendo en masturbaciones en casetas de perro y multiorgasmos me parecieron más que innecesarias. Qué pena que la presentadora enchufada del canale chincue se preste a poner rostro a este vertedero amarillo fuerte.
Pero es que los colmos nunca son suficientes. Estos días asistimos atónitos o beodos a la polémica de la tanqueta de Leganitos, la mujer de la unicanción que ahora quieren tirar por los suelos. Nunca un par de letras dio tanto juego y un premio mayor en la UE, pero ahora los aliados de la campaña marketiniana del todo vale quieren arruinar el poco prestigio de la doña. Y claritito, ella se ha puesto como una foca monje defendiendo lo suyo con uñas, dientes y taconazo al ristre. Quién es un pasayo y sus payasadas para negar su victoria. ¿Qué hubo tongo? ¿Cuándo no lo hubo? Pero el valor que reinvención y de diva en la memoria colectiva nadie se lo puede arrebatar a María Victoria de los Ángeles. Aunque ya sabemos cómo se las gastan algunos, que dicen ser adalides del sentido del humor y lo que practican es un grueso ídem, que llega a dejar en evidencia sus estrategias. Y es que, antes o después, sale a relucir lo peor de cada uno. Ya sea en un canal de mass media que una minoría de regalo estatal.
Así que la parrilla está que trina con tanto episodio de tensión. Las cifras de audiencia se vuelven locas. Los números no cuadran y en los despachos algunos mandamases empiezan a estar nerviosos. Se avecinan tiempos de más caña, todo sea para comprobar el umbral real de este país adosado a la pandereta. Y aunque algunos pretendan vender la imagen de lo blanco nuclear, reinventando o reventando formatos, no hay nada que hacer. O casi nada. Pintan malos tiempos y puede que lo importado nos salve. Porque ya es triste que las nuevas series sean copiadas de otras de su rango, con lo cual el talento parece haberse tomado unas vacaciones indefinidas. O lo mismo está haciendo cola para hacer trabajo o pensando si aceptar unas prácticas o un proyecto de salario prometido...
Si es que lo audiovisual está muy mal.

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