Hubo tiempos en que la televisión pública dedicaba noches y
noches a programas de entrevistas con elocuentes anfitriones. Desde Ángel Casas
a Pedro Ruiz, pasando por Mercedes Milá o Julia Otero. Eran espacios
unipersonales donde la palabra tenía todo el protagonismo, de la mano de
personajes del momento. En los últimos años se había perdido totalmente esa
capacidad de contar, de dar tiempo a una charla relajada, de poner el foco en
algo tan sencillo como enriquecedor. Curiosamente, fue Bertín Osborne quien
recuperó esta esencia, logrando conectar con millones de espectadores.
Personajes poco dados a mostrarse llamaban a su puerta o abrían la propia para
contar y contarse. Las exigencias del cantante cañí acabaron con su fichaje
millonario por Mediaset y el trasvase de formato. Eso sí, sin alcanzar los
réditos de origen. Las lenguas catódicas contaron entonces que buscaban un
reemplazo eficaz que recuperara ese nicho de televidentes. Hasta que Gestmusic
puso en bandeja a una Lolita Flores, perfecta sustituta de caseríos varios. Con
un programa muy a su medida, estrenado seguramente a destiempo. La idea de
LOLITA TIENE UN PLAN es que la hija de La Faraona ejerza de ella misma en una
casa de alquiler, que hace las veces de su Lerele particular. Un cuadro de Lola
da la bienvenida a un triplete de invitados que se dejan seducir por el
encuentro y las sorpresas que la hijísima tiene guionizadas. En el estreno tres
actrices rompieron el hielo de forma muy efectiva y cercana: Lola Herrera
(m-a-r-a-v-i-l-l-o-s-a), Cayetana Guillén Cuervo (h-a-s-t-a-e-n-l-a-s-o-p-a) y
Adriana Ugarte (p-e-r-f-e-c-t-a). El elenco sirvió para que la propia casera se
sumara como una más y fluyera el momento.
Había mucha expectación por saber qué elementos de MI CASA
ES LA TUYA aparecerían, cual cromos repetidos. Ya se sabe que llegar a rebufo
es un hándicap, lo cual no implica que se pueda superar al original. En mi
opinión fue el caso. Es cierto que los planos de contexto, el elemento puerta,
la envidiada piscina o los comentarios a cámara son primos hermanos. En el caso
del campechano rostro de Telecinco juegan a la entrevista previa, como aperitivo.
Aquí trufa la emisión y amplía el hilo conversador. Aunque los piropos de ida(s) y vuelta(s) chirriaban, me gustó que el concepto fuera más allá de dar a conocer
el personaje. Eso que la competencia da tanta importancia, incluso con el punto
‘ingenuo’ del presentador, que pregunta como haciéndose el tonto. El planazo
naturalizaba el comer en TV, algo muy con sello SÁLVAME, e incluía el poder de la palabra. Tanto como
cuidar los recuerdos y poner la mesa como enlace social de intimidades sanas,
pero principalmente compartiendo temas de interés o debate cultural. Eso que, como
profesionales con inquietudes y reivindicaciones, unía al reparto. Desde
protestar por los escasos papeles de edades reales o para mujeres adultas o,
sin más rodeos, la telepromoción, a modo de queja, en la que Lolita lamentaba la escasa
suerte de su hija, harta de ir de casting en casting. ¡Suerte, Elena! Veremos si
en próximos episodios tu ‘mamá-mánager’ es capaz de nadar tan bien y sumarse a
la corriente o precisa de más ayuda del equipo de redacción.
Otra observación, los primeros planos de las arrugas son un
peligro para el HD, que no perdona. Como la emoción en la mirada de la joven Adriana,
ante los elogios de la gran Lola Herrera. La misma que sufrió el ‘Castañagate’,
al perder su elemento de la suerte en un taxi y encontrarlo una Lolita en horas
bajas. Nada nuevo, porque ella se ha preocupado por tenernos al día en posados
y exclusivas. Curioso fue que se autodenominara «jugativa» y pusiera en acción
eso, un juego, para avanzar. Quedó natural, aquí no había pelotas ni
despliegues machirulos, más bien naturalidad. Las verdades y las mentiras
siempre tienen un punto de enganche, más para los voyeurs desde su sofá. Y así
lograron otra excusa para las confidencias entre diferentes generaciones de actrices. Con
otros tantos éxitos que pululaban entre planos. Por ahí dijeron colarse un
espíritu muy de “si me queréis, irse”. Cortinas mediante, pero no se fue nadie.
Es más, llegó el polifacético Edu Soto y fue él quien puso el punto cantarín a
la noche. Su homenaje en temas a las invitadas resultó un poco largo, tanto
como él y su talento. Se nota que la productora sabe sacar provecho a sus
estrellas, pues él y la inquilina compartieron TU CARA ME SUENA. Para cuando entonó
todo su repertorio la que fuera directora de UN PASO ADELANTE no sabía qué
hacer con los palillos chinos. Del sushi fueron a su moño y para entonces eran
su marcador rítmico. Muy total. No lo fue tanto su rendimiento, pues el estreno
se conformó con un pobre 8.6% de share y 1.077.000 espectadores. La escasa
promoción y el hueco veraniego no jugaron a favor. Aunque en las redes los
comentarios fueron muy positivos. Yo repetiré, con la esperanza de que Lolita
no cante el ‘Sarandonga’ y rompa el clima.
# SÍ · Me gustó mucho que en el pequeño ‘confesionario’ de
declaraciones, junto a las fotos de la folclórica familia, cada invitada tuviera
silla propia, acorde a su personalidad. Una vintage, otra farandulera y la última
sofisticada. ¿Quién era quién?
# NO · El tratamiento de las imágenes de recurso se me quedó pobre. Demasiado planas. Un programa así permite juegos algo más creativos para
el equipo gráfico. Es un tanto aprovechar el archivo histórico del ente
público, mejor con una presentación atractiva.
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