miércoles, 18 de octubre de 2017

¡Marchando otro MasterChef!



La cocina siempre ha sido un elemento de éxito televisivo. Es cierto que las recetas de Arguiñano han evolucionado menos que sus chistes, pero los productores han sabido introducir elementos innovadores en otros formatos. El mejor ejemplo es MASTERCHEF, un talent culinario, basado en el entretenimiento como ingrediente principal. Cinco ediciones de anónimos con aspiraciones a cocineros de estrellas infinitas, otras tantas con pinches bajitos y dos con famosos en los fogones, atraídos por la cuota de pantalla y los cachés, demuestran que el público gusta de este particular plato catódico. Con motivo de su programa 100 aprovecho para compartir mi visión del programa, al que reconozco me enganché tarde. La coincidencia con otros enganches en la parrilla y la pereza por algunos de sus elementos más visibles me hacían posponer sin fecha un visionado en condiciones. Básicamente lo poco que había zapeado coincidía con ejercicios bordes y desairados del jurado. Cuando no con una entradilla forzada de su presentadora. Ahora que he consumido alguna temporada completa he de confirmar mi negativa respecto a las caras más visibles. Jordi, Samantha y Pepe me caen mal. Empatizo cero con ellos, sus bromas y considero que sus comentarios se pasan de tono. Supuestamente quieren enseñar, o esa sería su pretendida labor, pero consiguen un desapego importante. Ellos llevan el peso del show y justificarían la ausencia de la ‘maestra’ de ceremonias. Porque por muchos platós que lleve sobre sus tacones la que fuera Miss España no puede considerarse tal cosa. Eva es perfecta para la revista del saludo, pero no es una buena comunicadora. Quizá sea efectiva en Canal Sur al frente de SE LLAMA COPLA, luciendo salero y faralaes, pero no en un prime time. Es  un maniquí de alta costura que intenta colar una naturalidad fingida. Así que el cuarteto reincidente me resulta digno de sustitución inmediata.

Aplaudo la calidad de imagen y lo cuidado de la realización. Tanto en el propio set cocineríl como en los exteriores, algo que se está perdiendo y da mucho juego visual. El programa tiene una identidad muy marcada y cuidada, dignificando una televisión pública que aspira a reencontrarse. Me encanta la capacidad de sorpresa con los propios concursantes, planteando retos constantes que enganchan al televidente. Cualquiera se mimetiza y fantasea con tener el delantal en la lucha contra el reloj. Muy acertados son los totales constantes de los protagonistas, permitiendo la identificación y cercanía. No tanto la duración imposible. La mecánica de los tres fragmentos se estira demasiado, más al programarse tarde de por sí. Quien se inventó el access no contaba con la posibilidad de que Cárdenas hiciera un yoísmo audiovisual y lo emitieran en la tele de todos. Me gustaría saber si ante la inminente llegada de OT piensan cargarse a este dudoso telonero. Quizá así puedan ampliar la fórmula y no restar a uno de sus escasos éxitos, junto a la serie ESTOY VIVO.

Echo en falta material de la formación fuera de cámaras, quizá me pueda la curiosidad a lo reality. Los aspirantes desconocidos incluso conviven a lo GH, de ahí que el fuego avivara historias como la de Jorge y Miry. Me resulta muy curioso que se obvien las recetas y que en el desarrollo los cocinillas parezcan saber de pé a pá menús insólitos. Toda esa intrahistoria se merece buenos planos, para entender mejor la capacidad de aprendizaje o la vocación real de unos y otros. Tampoco me gusta el product placement descarado de la cadena de alimentos en bucle, ni la misma retahíla del vidrio o los comedores sociales. Buena labor en ese sentido, como los donativos a ONG’s. Una suerte de responsabilidad televisiva y corporativa que hace las veces de buenismo. Hay momentos en que chirría. Las apariciones de prestigiosos chefs, más humanos que el equipo oficial, aportan categoría al montaje final. Eso sí, se nota que pivotan siempre sobre los mismos nombres, cuando hay mucho profesional de la Hostelería que no tendrá michelines estrellados, pero sí un talento digno de compartir. Llevó la delantera a su primo hermano, TOPCHEF, logrando un hueco de degustación. El alternar ediciones y recuperar rostros es otro clave de su rendimiento. Así como el papel de las redes, lideradas por el polifacético Abel Arana, quien pone el humor que les falta a los dueños del plató-cocina. Los teléfonos echan humo para protagonizar nuevas temporadas y los campamentos se frotan las manos pensando que habitaran a los chavales del infernal anuncio. Tanto hacer marca se hace pesada. Con probar el bocado semanal me vale. Y no, no me apuntaré a la escuela online. ¡Qué empacho!

# SÍ · Es un escaparate ideal de la gastronomía y los rincones que se suceden a lo largo del país. Así que despiertan el hambre y el turismo bien servido.

# NO · Chefs. Ellos. Ciao.

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