miércoles, 20 de septiembre de 2017

Gran Hermano: Tótum Revolution



Esperaba más del estreno de esta nueva edición de Gran Hermano. El padre de los ‘realities’ nos sorprendía con la invasión de los 100 candidatos finales a entrar en la casa. El giro prometía, porque se saltaba la regla básica de mantener el misterio de los habitantes y así la sorpresa se sucedía entre la audiencia y los propios protagonistas. Cualquier espectador ansioso de encierro televisado estaría de uñas, pensando en haberse perdido alguna de las tramas centenarias de esas horas cuasi invisibles. Porque el aperitivo que emitieron el lunes se quedó en la gran anécdota de la cifra y aquella puerta que poco más y se vuelve giratoria. Apenas nos dieron algunas pinceladas de madres, hijos, ex y viceversa, que parecía más de lo mismo. Si esa era la revolución, se quedaba en agua de borrajas, pero GH ya había empezado sin el piloto rojo encendido y Mediaset esperaba exprimir un formato histórico. La emblemática gala cero comenzaba presentando el plató, correcto, pero insuficiente, en mi opinión. La escalera de vedette surgió como un guiño a LA LLAMADA, película de la que el propio Jorge Javier Vázquez es productor. El de Badalona apareció, más que nunca, como una versión carnal de Buzz, el mítico presentador de los videojuegos con icónico tupé. Y, sinceramente, volví a sentir la ausencia de la gran Mercedes Milá. Admiro mucho el talento de J.J., pero considero que este espacio requiere mucho más que su chispeante personalidad, amén del rosario de bromas. Su perfil es perfecto para ‘salvamizar’ entrevistas y demás, pero termina contaminando el esquema de contenidos del show de Guadalix de la Sierra. Es lo que pasó en la edición anterior y mucho me temo que volverá a suceder este año.

En cuanto al casting, como buen amante de la primera edición, la sensación no puede ser más que nos encontramos frente a personajes más que personas. Quizá la apuesta por los vídeos de la propia selección no ayude, pues en esas piezas se nota que buscaban la provocación y ser altamente prototipos y tipas. Los días de aislamiento siempre ayudan a que se relaje esa necesidad de provocación y escándalo. O de patrocinar el abdominazer, porque anoche hubo mucha tableta gratuita. El grupo definitivo, a falta del par de elegidos por votación popular, resulta extraño. La belleza se funde con la extravagancia y los egos tendrán que convivir con los caracteres más chocantes. Materia viral donde las haya. El juego de luces que determinó el plantel de inquilinos fue muy visual, con el pantallón y ese primer plano tan poco favorecedor del presentador. Los juegos posteriores resultaron cansinos y hasta aburridos. Es normal que tuvieran que introducir elementos diferenciales, pero se alargó demasiado y la ansiedad de las cobayas numeradas traspasaba aquellas paredes. Resultaba hasta sádico el jugar con esa ilusión de convertirse en reclamos de bolos discotequeros y su negación a decidir por unanimidad quién ocupara una de las plazas fue la mejor revancha.

La casa en sí me parece demasiado chillona. Los ventanales de aire andalusí no me pegan nada. Me gusta el recuperar la piscina, inaugurada en el directo por el par de Cristianes de guapo subido. También que la cocina sea una estancia separada. La paleta de colores es tan excesiva como el gentío, a modo de manifestantes, que pisaron el chaletazo catódico y lo dejaron hecho unos zorros. El confesionario siempre sorprende y esta vez cumple con el sofá popero y esa ilustración animal. Poco más que añadir. Bueno, un dato importante o no. El de la audiencia que parece no tenía tantas ganas de compartir con estos vividores su mudanza. Se hablaba de golpe de efecto de Mediaset estrenando en martes su niña mayor de edad de la telerrealidad, para apagar la llegada de MASTERCHEF CELEBRITIES. Y pasó lo inesperado, que los cocinillas VIP guisaron el liderazgo, apagando la reentré del Súper y cía. Es curioso que hoy se haya cancelado el regreso del dueño del cortijo a SÁLVAME, anunciado con insistencia en programas anteriores. Me temo que los despachos echan humo para que la gala de mañana, jueves, tenga mucha chicha. Es más, en el propio programa vespertino de Mediaset están hablando de una de las concursantes con mucha transfobia, aludiendo a su pasado y una supuesta vinculación con el machirulo de apellido nefasto. La ingeniería del escándalo promete capítulos impagables. Y a todo esto se han cargado el 24 horas, con un aluvión de críticas y fatales nominaciones. Veremos qué juego da el modo revolucionario de esta familia tan expuesta. Coco Chanel, el perro de Nerea, está tranquilo y pide que mantengamos a su dueña lejos un tiempo. Pobre criatura. ¡Feliz aislamiento! 

# SÍ · La línea gráfica de este GH: Revolution es muy potente. Minimalista, pero efectiva. El ojo ahora tiene fuerza, rebeldía y pasión, elementos que vertebrarán la estancia.

# NO · Resulta imposible asimilar ciertas personalidades. Hay otra realidad que desconocemos hasta que llaman para ser ‘grandes hermanos’. Benditos memes.

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