martes, 6 de febrero de 2018

OT: Punto y final



“Todos somos únicos”, como bien recordaba Rosa de España antes de ceder el cetro triunfal. Aunque si hay alguien que lo es, y con mayúsculas, no es otra que Amaia, la pamplonica que nos ha robado el corazón en esta remozada OPERACIÓN TRIUNFO. El fenómeno fan es imprevisible y parecía difícil que una chica de gustos musicales inquietos, mezcla de timidez, ingenuidad y talento a raudales y con escaso marketing viral se convirtiera, a priori, en la ganadora del talent. De aquella nominación injusta en la gala 0 al aplauso unánime han pasado pocas semanas. Las suficientes para que no podamos imaginar nuestra música sin su voz. Anoche ejerció de ella misma, frente a unos compañeros muy solventes. Especialmente Aitana, brutal en su doblete de escenario, llamada a convertirse en la diva teen del momento. La gala empezó en alto, con un Raphael rejuvenecido. El detalle del collar de cuentas fue lo más. Hubiera sido un escándalo no contar con él en este show, con su hijo metido en el entramado.

El hit ‘Mi Gran Noche’ fue el mejor pronóstico. Aunque siempre hay peros. En mi opinión, los vídeos se alargaron en exceso y no se aprovechó la presencia en plató de los profesores y exconcursantes. Una pena, pues algunos como Roi apenas dieron juego, cuando fuera son todo un reclamo. Incluso se minimizó a las familias, relegadas al graderío, sin apenas planos de reacción o emociones en suma. Las escenografías fueron bastante pobres, salvo una Ana War que ha tenido a todo el programa a su favor. Ha encadenados numerazos cual guantes para desplegar artisteo del bueno. Otra cosa es que su voz no fuera poderosa. No perdonaré nunca que apeara de la final a un Agoney inmenso. Eso sí, el tango de la guerrera fue muy visual y el resumen perfecto de su gran evolución. Alfred fue él en estado puro y con trombón en gracia. Perfecta la presencia de Vicky, la coreógrafa, una bailarina de diez junto a su cuerpo de danzarines. Miriam no estuvo tan fina como de costumbre. El reto de cantar por Malú era un riesgo y no le salió nada redondo. Aitana hizo olvidar a Sia y se dejó caer. Maravillosa. Lo de Amaia fue un despliegue de grandeza. Aunque en la rueda de prensa de hoy reconocía que tuvo fallos al piano, lo que hizo con ‘Miedo’ fue una antología de su genialidad. Recordó mucho a lo que allí mismo se marcó Pablo López. Libertad para crear.

La duración del programa se fue de las manos. Terminar en horario de teletienda no resultó nada apropiado y ha acabado con media España ojerosa por su culpa. Y con el corazón en vilo por ese fallo de sonido. El mismo que jugó malas pasadas en el inicio y que se revolvió al final. Aunque David Bisbal demostró tablas e hizo lo que pudo con sus gorgoritos. Ante una Rosa muy desubicada y fuera de lugar en la lectura del sobre. Resultó gracioso el plano de toda la nueva hornada cantando su ‘Camina’ y el par de triunfitos mayores sentados sobre las escaleras del escenario. Como contemplando esta nueva realidad o competencia, según se mire. En realidad la recta final fue un despropósito, sin cuidar los detalles y salvando las naves. Cosas del directo. Aunque se sacan de la manga una gala extra en la que espero corrijan errores y sepan sacar chicha a esta generación. Su verdad ha conquistado. Hemos convivido con ellos a través de las múltiples pantallas. Nos han hecho partícipes de su aprendizaje, las dudas, los amores, los gallos, las bromas, las mechas surferas... Y es de reconocer la gran labor de la Academia, con una Noemí Galera en estado de gracia. La sombra de Nina era rizosa, pero no se esfumó desde el principio. Sin olvidar el papel de ‘Los Javis’, el dueto mejor engrasado que aún tiene mucho por contar. Sus clases eran lecciones de vida y cualquiera diría que estaban improvisando. Su potencial comunica todo el rato porque están siempre en línea. Ahora nos quedamos huérfanos de tantas historias, de los pases de micros, del comedor y Martí con sus cameos.

Ya nos dejan caer que pronto habrá una nueva edición, pero aún tienen que explotar a este grupo de voces. Con una Amaia coronada y todo un pueblo rendido a sus teclas. Porque ella es música. Que no perviertan nunca esa capacidad tan personal de transmitir las letras. Ni pretendan sacar un disco a toda prisa. Por delante tiene Eurovisión con su compositor de latidos favorito e infinitos acordes. Si no cambia será su verdadero triunfo.

# SÍ · El punto de tranquilidad de ambos. En el directo es una garantía.

# NO · Agoney merecía defender un tema en solitario. Su voz rotunda y esa ilusión como festivalero confeso hubieran garantizado un espectáculo memorable. 

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