Estoy muy alejado de la programación
de la televisión pública. Hace tiempo que no entiendo los criterios sin
sentido, las decisiones políticas que han hecho que pierda objetividad,
modernidad e innovación. Añoro los espacios de Santiago Tabernero, esos ALASKA
Y…, tan bien guionizados por Paco Tomás y Félix Sabroso, rompedores,
irreverentes, actuales. Como mucho salvo los OCHÉNTAME o VIAJE AL CENTRO DE LA
TELE, porque su archivo es una mina. Muy recomendable volver a ellos, aunque sea
A LA CARTA. Pero hace unas semanas, haciendo un zapping tonto, descubrí EL
CASO, la nueva serie de la productora PLANO A PLANO, de César Benítez y Aitor
Gabilondo. Había leído sobre ella, pero me daba, ciertamente, pereza. Así que
no fue como con otros estrenos, que afilo el mando y la hora para no perder
detalle desde el inicio. Aterricé sin querer en su primera historia y me quedé
atrapado. Su factura está muy bien resuelta, ese aire vintage tan VELVET, aquí
con intriga y un elenco actoral que, a mi juicio, supera al de Antena 3. Y eso que
nunca he sido muy fan de Verónica Sánchez o el aquí enjuto Fernando Guillén
Cuervo, pero dan una naturalidad entre decadente y chic a sus personajes, por
no citar al resto de secundarios, muy realistas, acertados hasta en los
pequeños detalles. Puede que ser periodista me conecte inconscientemente con lo
que cuentan, aunque yo nunca he investigado sucesos de tal modo, sin escrúpulos
y con una dosis de imaginación infinita. Esa María Casal ejerciendo de diva,
esa trama gay (también muy VELVET) de dos chicarrones de amor a la contra (qué
parejón el de Raúl Tejón y Marc Clotet), esa misma Natalia Verbeke divertida y
perdida entre el ángel (que sube demasiado a los infiernos) y el demonio
despreocupado, volcado en sus reportajes.
Me gusta que muestren cómo se
maquetaba a la antigua, el sonido de las máquinas de escribir en plena
inspiración periodística, la sobreimpresión en pantalla de los titulares
impulsivos y amarillentos… Esta productora sabe lo que se hace, porque han dado
a sus diferentes productos una personalidad muy concreta. Aquí las audiencias
no acompañan, menos ahora con el titán de LA QUE SE AVECINA o el datazo de
Cristiano Ronaldo y sus compañeros en remontada. Finiquitarán la temporada y
seguramente la entierren en un cajón. Y a mi juicio será un error, porque TVE
necesita series así, que derrochen autenticidad y hagan partícipe al
espectador. Lo consiguió con LOS MISTERIOS DE LAURA, maltratada aquí y alzada
en EE.UU. (soy fan de la versión americana con Debra Messing). No entiendo que
retomen una segunda temporada de OLMOS Y ROBLES, flojita, flojita, y dejen en
el camino historias como ésta. ¡Qué articulazo escribiría Margarita Landi! La
recuerdo de niño en los platós, con todo su misterio. Pero aquí, en carne nostálgica
con la maravillosa Salinas, esto quiero decir Blanca Apilánez, me parece un
regalo para el teleadicto. En sus tramas hay romanticismo, pero con
cuentagotas, saben dosificar el desarrollo argumental y cada caso consigue
atrapar. Como el asesino múltiple del rosario que pulula entre los planos y
vuelve del pasado para martirizar al bueno de Jesús Expósito. Mientras el
atontado Peluso no se entera de nada, sólo de lo que le hace sentir la niña
bien de aspiraciones escribanas. ¡Me encanta! Con ganas de leer el nuevo
número. Y ya pueden matarse los vecinos de Montepinar, los vascos/andaluces
condenados a entenderse o Pedroche Express, que no pienso faltar a la rotativa
televisiva. Si me haces caso, da una oportunidad a la serie, ¡te gustará!
#SÍ · Las recreaciones de los
asesinatos o sucesos fatales, con la pareja de protas observando el momento
desde dentro, para escribir así una mejor crónica.
#NO · La interpretación de
Antonio Garrido. Me gustaba más como presentador. Aquí está excesivo en su
hijoputez, entiendo que por exigencias del guión, pero acaba resultando hasta
paródico.
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